Paseando entre montañas y bosques, fuentes y rocas,
la agitación del corazón gradualmente desaparece.
Hay una calma placentera en la poesía y la pintura
que hace que pensamientos vulgares desaparezcan.
En la primavera, el paisaje lleno de flores
Hace que los corazones de la gente se regocijen.
Pero es mejor el otoño
con sus nubes blancas y su viento puro,
sus orquídeas fragantes y sus vigorosos laureles,
y su agua y su cielo de un mismo color.
Arriba y abajo todo es vasto y brillante,
dando frescura y pureza al cuerpo y al espíritu.
Es mejor conservar la simplicidad natural que buscar la sofisticación,
y así dejar una influencia pura sobre el mundo.
Es mejor deleitarse en lo sencillo y no en los lujos
innumerables,
y así dejar un nombre puro en el mundo.
Al sacar del corazón los pensamientos de rangos y riquezas
el hombre puede librarse de las tentaciones del mundo.
Al sacar de su corazón la estrechez de códigos de
conducta
el hombre puede entrar en el reino de lo sagrado.
Al amanecer,
leyendo el Libro de los Cambios bajo la ventana,
muele cinabrio y usa el rocío de los pinos
para hacer tinta
y subrayar pasajes de sabiduría.
Al mediodía,
comentando las escrituras en la mesa,
haz sonar las campanillas de jade
y deja que el viento
lleve sus sonidos al bosque de bambúes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario