martes, 10 de febrero de 2009

El Hombre Que Plantaba Árboles.

La obra de Jean Giono se inicia con este fragmento:
Para que un personaje manifieste sus más excepcionales cualidades, hay que tener la fortuna de poder observar su actuación a lo largo de muchos años. Si dicha actuación está desprovista de todo egoísmo, si obedece a una generosidad sin par, si es del todo cierto que no abriga un afán de recompensa y que, por añadidura, ha dejado una huella patente sobre la faz de la tirra, entonces no cabe error alguno.
Al leerlo es inevitable pensar no sólo en la buena gente desconocida que tira adelante con proyectos muy necesarios, sino también en aquellos que , a través del ejercicio del poder, en lugar de construir han destruido, en lugar de sembrar han depredado, y aún pretenden hacer de esta tierra un desierto en todos los sentidos.

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