Buda mostró a sus discípulos mucho menos de lo que sabía. ¿Por qué? Simplemente porque no era esencial. Declaró: "Lo que yo enseño es el sufrimiento y la manera de poner fín al sufrimiento". No se extravió en opiniones, conceptos o abstracciones metafísicas. Sabía que no hay peor apego que el que se tiene hacia las opiniones ni maraña más peligrosa que la de los conceptos. Diagnosticó el sufrimiento y proporcionó una vía para poner término al mismo. Porque no hay otra felicidad real que un estado interno de paz y la visión clara que libera, procuró las claves y métodos para purificar la mente y soltar los grilletes del apego y la aversión, es decir, la codicia y el odio.
jueves, 8 de mayo de 2008
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