En la práctica, cuando un deseo fuerte o un arrebato de enojo encienda tu mente, observa con detenimiento a tus pensamientos y reconoce su naturaleza fundamentalmente vacía. Si se lo permites, estos pensamientos y sentimientos se disolverán por si mismos. Cuando seas capaz de hacer lo mismo con el pensamiento subsecuente y con todos los que lo sigan, perderán el control sobre tí.
jueves, 22 de abril de 2010
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