Meditar es, en Oriente, un ejercicio milenario cuyo único fin es descubrir la realidad del ser tras las fluctuaciones del psiquismo. Su carácter sagrado es evidente.
En la tradición tibetana numerosos maestros han escrito profundos tratados para enseñar, con sutileza u rigor, el arte de la meditación. Si pudieron hacerlo es porque habían alcanzado la perfección de este arte y habían realizado el logro que permite pasar del estado de individuo ordinario al de un ser liberado.
Bokar Rimpoché se sitúa en este mismo plano. Lo que transmite, con una pedagogía que le es propia y que se mantiene impregnada por la fuerza de la tradición, él lo ha comprendido y después lo ha realizado. También su palabra está marcada con el sello de la autenticidad. Conociendo el camino, con simplicidad y bondad, nos invita a seguirlo paso a paso.
Bokar Rimpoché (Tíbet, 1940), fue educado en el prestigioso monasterio de Tsurpu, la sede los Karmapas.
A los veinte años tuvo que abandonar Tíbet, a causa de la invasón china de su país. En su exilio indio conoció al gran lama Kalu Rimpoché de quien llegó a ser el principal discípulo.
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